miércoles, 25 de abril de 2012

HOMENAJE A ROSHI TAISEN DESHIMARU






El próximo 29 de abril de 2012 se presenta como una fecha muy especial para todos los que seguimos la senda del Zen, ya que dicho día se cumplen treinta años desde que el  maestro Taisen Deshimaru falleció, dejando a su paso por esta vida, un sinfín de seguidores y un amplio legado ancestral que  difícilmente podrá quedar a manos del olvido.
Con motivo de esta fecha todos los dojos realizan cada año una ceremonia conmemorativa en homenaje al difunto maestro, pero por casualidades de la vida estaré fuera de España para esa fecha, así que me será imposible asistir a la ceremonia que se llevará a cabo en mi shanga. Por esta razón me he decidido a prestar mi más humilde y sincero homenaje a este gran maestro desde mi blog que tanta luz a dejado en un mundo repleto de sombras...
Así que dejo aquí un poco de biografía para aquellos que no conozcan nada a cerca de Taisen Deshimaru, también conocido como el Bodidharma que trajo el Zen a occidente.

Sergi G.


Taisen Deshimaru nació en 1914 en Saga (Japón), en el seno de una antigua familia de samurais. Su madre era una ferviente budista y su padre quería que hiciera una carrera comercial. A los veinte años empezó a estudiar Económicas. Pero, decepcionado por la educación moderna que dejaba de lado completamente la dimensión espiritual, y siempre en busca del verdadero sentido de la vida, entró en contacto con la enseñanza del zen.
Por fin su búsqueda le condujo a Kodo Sawaki. A éste se le respetaba y admiraba en todo Japón por su vida sencilla y libre. Le había devuelto al zen toda su frescura al sacarlo de los templos que estaban estancados en el formalismo. Cuando Deshimaru se acercó al maestro, éste, sentado en zazen sin darse la vuelta, sin ni siquiera levantar la vista, le dijo: 'Esperaba tu visita con impaciencia.' Deshimaru se convirtió en su discípulo y le siguió fielmente manteniendo su vida en el mundo social. Cuando le pidió que le ordenara monje, Kodo Sawaki le contestó: 'En nuestros días los monjes se han hecho profesionales. No hacen zazen y ejecutan mecánicamente las ceremonias para los laicos. Comprendo que me lo pidas, pero prefiero que sigas viviendo en el mundo social y que sigas practicando zazen. Haré de ti un gran monje.' Así, Taisen Deshimaru llevó una vida social y familiar mientras siguió practicando zazen con su maestro. Poco a poco integró en su vida la contradicción entre lo material y lo espiritual que le había atormentado en su juventud. Poco antes de morir, Kodo Sawaki le ordenó monje y le pidió que llevara el zen, zazen, a Occidente.

A la muerte de su maestro, Deshimaru permaneció sentado en zazen durante 49 días. Dos años más tarde dejó a su hijo al frente de la familia, arregló sus asuntos y tomó el Transiberiano con dirección a Francia, sin dinero, sin conocer ni una palabra de francés, sólo con su kesa (vestidura de la transmisión) y con los cuadernos de notas de su maestro. Tenía cincuenta y tres años.

En 1967, en París, alojado en la trastienda de un almacén de dietética, Deshimaru practica zazen todos los días y se gana la vida dando masajes shiatsu y conferencias. Sostenido por su profunda fe en la práctica de zazen y en la transmisión de su maestro, consigue hacer accesible para los occidentales la enseñanza de los grandes maestros zen. Impresionados por zazen y por la personalidad de Taisen Deshimaru, cada vez más gente practica con él. Abre un dojo, dirige las primeras seshines y empieza a ordenar a sus discípulos como bodhisattvas, monjes y monjas. Su actividad no se limita a la enseñanza en el dojo. Tiene un profundo deseo de ayudar al ser humano de la civilización actual, cuyo desequilibrio percibe, y de hacer que consiga por medio de zazen una comprensión más profunda de sí mismo y de su vida. Con la ayuda de sus discípulos, que cada vez son más numerosos, crea más de cien dojos en Europa y funda el templo de la Gendronnière, el mayor dojo zen de Occidente. Al mismo tiempo educa a sus discípulos. Su enseñanza es muy concreta y está enraizada en la vida cotidiana. Reconocido por los principales templos del zen soto de Japón, se le nombra kaikyosokan (responsable de la enseñanza del zen) para todo Europa. En su país se le llama 'el Bodhidharma de los tiempos modernos'. Para sus discípulos es sencillamente Sensei, el más antiguo. En sus últimos años, cada vez más consciente de la urgencia de ayudar al ser humano en el desequilibrio del mundo moderno, intensifica sus actividades, trabajando incansablemente, sin permitirse un descanso. A veces decía: 'Quizás mi vida sea breve, pero al menos no habrá sido egoísta.'
A principios del año 1982 se pone enfermo, lo que no le impide seguir haciendo zazen todos los días con sus discípulos. En primavera se va de Francia a Japón y muere el 30 de abril. Sus últimas palabras para sus discípulos son: 'Por favor, continuad zazen.' Durante 49 días, en todos los dojos que había creado, sus discípulos practicaron zazen día y noche en completo silencio.




Taisen Deshimaru legó a sus discípulos la esencia del zen, zazen, que ahora ellos a su vez transmiten, siguiendo con su misión, practicando en los dojos y reuniéndose en el templo de la Gendronnière a lo largo de lasgrandes seshines del año. Como Bodhidharma que hace mil cuatrocientos años llevó el zen de India a China, como Dogen que hace setecientos años lo introdujo en Japón, el Maestro Deshimaru ha transmitido la esencia de la enseñanza del Buda a Europa y a todo el mundo.

"He ofrecido el verdadero zen a los europeos, es la mayor alegría de mi vida. He hecho realidad el deseo de mi maestro Kodo Sawaki, y estoy convencido de que esto va a hacer historia.

"Taisen Deshimaru.


martes, 17 de abril de 2012

ZEN Y MEDIO AMBIENTE







TEXTO IMPRESCINDIBLE DE ROLAND YUNO RECH

Nuestra civilización occidental, cuyo modo de pensar se extiende al mundo entero, es una civilización técnica, orientada hacia el dominio y la explotación de la naturaleza. La crisis actual en la relación del ser humano con su medio ambiente no es un mero accidente de trayecto dentro de un proceso de progreso infinito, es la manifestación de una actitud desequilibrada del ser humano con respecto a la naturaleza, cuyo origen se remonta a las fuentes de nuestra cultura.

El mito de Prometeo simboliza la actitud del ser humano occidental que se apega al desarrollo de la mente intelectual como medio de satisfacer sus deseos materiales. Ahora bien, ningún objeto puede satisfacer totalmente el deseo fundamental del ser humano, que es una búsqueda de unidad con la naturaleza. Cuanto más se descuida esta aspiración espiritual, más se asiste a la incesante multiplicación de sus deseos. Esto se ha vuelto el principal motor de la economía de los países occidentales, y se ha traducido en una degradación constante del medio ambiente natural y en un derroche de recursos no renovables del planeta, sin considerar las múltiples contaminaciones. El desarrollo de deseos artificiales no es sino un encadenamiento al ego limitado que no hace más que engendrar insatisfacción, miedo y agresividad. La competición  individual se traduce, en el plano internacional, en competición entre naciones, tanto en el plano económico como militar. De esta competición resulta un empobrecimiento de los más pobres, tanto en los denominados países desarrollados como en los del tercer mundo.

Revolución espiritual
Los problemas del medio ambiente no podrán, pues, ser resueltos sino mediante una verdadera revolución espiritual. El zen puede ayudar a ello puesto que es una vía de armonización del ser humano con el orden cósmico, a través de la práctica diaria de la meditación sedente.
Mantenerse sentado frente a la pared significa dejar de perseguir objetos externos y aprender a conocerse íntimamente a sí mismo.
Con su cerebro izquierdo, el ser humano ha desarrollado un pensamiento abstracto que le ha posibilitado adquirir cierto dominio de la naturaleza, pero que lo ha desconectado de la relación íntima con el medio ambiente. El pensamiento fundado en el lenguaje verbal es por esencia dualista y crea la desconexión entre el ser humano y el mundo. Esta desconexión engendra soledad y frustraciones que el ser humano trata de compensar desarrollando aún más su influencia sobre la naturaleza por medio de la técnica. Practicar zazen posibilita recobrar una relación inmediata, íntima, con la naturaleza, una visión poética del mundo, una participación en la vida que por sí sola puede corregir en profundidad la voluntad de poder del ser humano convertido exclusivamente en «homo economicus».
 
La no-técnica
La actitud dualista de nuestra civilización lo transforma todo en técnica, y la actitud técnica es lo que crea la crisis entre uno mismo y el medio ambiente. Esta actitud consiste en hacer algo siempre con vistas a un futuro provecho. Las cosas más simples y naturales, como amar, expresarse, incluso meditar, se convierten en técnicas, medios para conseguir otra cosa. Hacer zazen es abandonar esta actitud y dar media vuelta. No se practica zazen para conseguir el satori sino que, practicado sin objetivo ni afán de provecho, zazen en sí mismo es satori.
Cuando nos percatamos de ello, cada cosa de nuestra vida se vuelve práctica del despertar.
Cuando un monje le preguntó al maestro Joshu: « ¿Cuál es la esencia del budismo?», Joshu simplemente le respondió:
—¿Has comido?
—Sí, maestro.
—Entonces, ve a lavar tu cuenco.
Las acciones simples de nuestra vida diaria, con total atención al aquí y al ahora, son la práctica de la Vía de Buda. Esta total atención implica respetar y proteger todo como nuestros bienes más preciosos y es lo que ha llevado a los monjes a crear formas de arte como el arte floral, cuyo objetivo era prolongar la vida de las flores obsequiadas al Buda o de las flores estropeadas por una tormenta. El arte de jardinería también es expresión de este sentimiento de unidad con la naturaleza y con todo el universo.
Pero la raíz de estas prácticas es la realización de nuestra naturaleza más profunda en zazen.
Se actualiza cuando dejamos de querer asir o rechazar. En ese momento, nuestra unidad con la naturaleza, con Dios o Buda, con la más alta dimensión de la existencia humana, se realiza naturalmente, como cuando una flor se convierte en flor al abrir sus pétalos.
 
La ecología del sí-mismo
Aunque se hable de ecología, hay un desfase entre lo que se sabe acerca de aquello que desencadenan las técnicas modernas en el medio ambiente natural y lo que realmente se hace por solucionarlo, como si se creyera imposible detener la contaminación y la degradación del medio ambiente.
La conquista de la naturaleza se ha hecho mediante el desarrollo de la mente dualista y abstracta, mediante la mente matemática que la que predomina el enfoque cuantitativo sobre el cualitativo, el tener sobre el ser. La técnica reduce la esencia al fenómeno, el ser al ente. No es sorprendente que Dios esté muerto en semejante perspectiva. El problema es que el ser humano también ha perdido sus verdaderas raíces, su verdadera naturaleza divina o naturaleza de Buda.
La eficacia en el dominio de la naturaleza se ha traducido en la reducción de la intuición y de la creatividad. Tras haber conformado la naturaleza con sus técnicas, el ser humano se ha vuelto un engranaje que ha de conformarse al modelo tecnocrático que ha creado.
La ecología recuerda principios fundamentales sobre las leyes del equilibro natural, de la interacción entre los seres vivos y el medio; pero sin cambio radical de mentalidad, las ideas ecológicas seguirán siendo poco influyentes.
Practicar zazen es cambiar nuestra actitud aquí y ahora, empezando por nuestro medio ambiente inmediato. La contaminación está en las mentes antes de manifestarse en la atmósfera, en el agua, en la tierra.
Practicar zazen es abandonar el ego y percatarnos de nuestra interdependencia y de nuestra solidaridad con todo el universo. 
 
Energía e impermanencia
La relación con el medio ambiente se sitúa también en el plano de la energía. Estamos constituidos por los mismos elementos y por la misma energía que todo el universo. Emplear demasiada energía crea un desequilibrio no sólo en el medio ambiente sino en uno mismo. Demasiado alimento o una alimentación demasiado rica arruinan la salud. Durante las sesshin, consumimos una comida más ligera y natural. Sin dogmatismo, zazen reeduca nuestro instinto alimenticio. Demasiada comodidad debilita la resistencia. La vida en el zen consiste en recurrir a un modo de existencia simple sin buscar demasiado confort o lujo. El ideal del monje zen consiste en vivir con su cuenco y su kesa. Demasiada información vuelve abstracta nuestra relación con el mundo. El zen es recobrar la experiencia directa de la vida.
Los monjes zen muy a menudo han establecido su dojo en la naturaleza, en las montañas, cerca de los ríos. Pero no era un apego romántico a la naturaleza. Como zazen, los fenómenos naturales expresan la enseñanza de Buda más allá del lenguaje y de las fabricaciones de lo mental.
Hay monjes que han despertado al oír caer una piedra, al ver una flor de melocotonero, o incluso al oír el ruido del torrente en el valle. Estos fenómenos naturales han sido ocasiones para percatarse de su unidad con todo el universo.
Finalmente, nuestro medio ambiente es un mundo movedizo, impermanente. Nuestro ego, que busca una felicidad estable, se topa con esta impermanencia de los fenómenos. Por eso, la mayor parte de las religiones ha buscado la felicidad en el más allá. En ciertas escuelas del budismo, se busca el nirvana más allá del mundo de los fenómenos. Pero zazen se sitúa más allá del dualismo entre el entorno fenoménico (el samsara) y el nirvana, porque este dualismo es todavía un apego de nuestro ego. Cuando se abandona este ego, ya no hay necesidad de huir del samsara o de buscar el nirvana. El bodhisattva del budismo Mahayana vive y practica en el mundo de los fenómenos para ayudar a todos los seres a resolver su sufrimiento y realizar el despertar.

Tal es el ideal de vida que la práctica de zazen nos propone a cada uno de nosotros.

Roland RECH

domingo, 15 de abril de 2012

LAS BARRERAS DENTRO DE LA PRÁCTICA




"Cuanta más leña, más grande es el fuego"
                           Taisen Deshimaru


La semana santa llegó a su fin y con ella la actividad en el dojo a recuperado su cauce natural, con la incorporación de algunas caras nuevas y otras tantas que ya forman parte del los practicantes más comunes de nuestra shanga.
Esta semana ha sido especialmente intensa y ello me demuestra que el camino del Zen, es siempre una vía repleta de cambios, donde cada vez que nos sentamos en zazen, notamos que nuestra actitud ante la práctica ha evolucionado en muchos aspectos, siendo a su vez una aparente paradoja, porque puede resultar chocante el percibir que una practica basada en la quietud, puede estar en realidad siempre sometida a grandes cambios, pero en efecto así es.
Cuando seguimos un patrón basado en el hábito, notamos que nuestra práctica alcanza horizontes más profundos y lo más importante, cada día estamos más próximos a nuestra verdadera naturaleza, aquella que nos permite intimar con nosotros mismos y hacer de dicha intimidad una comunión con la absoluta  inmensidad de cosmos.
Por ello en el Zen, no existen grados, cursos, escalones ni galones posibles, pues el aprendizaje es constante y cuando creemos saber muchas cosas, es cuando en realidad más escapan a nuestro conocimiento todas ellas...
Desde mi comienzo he practicado cada día ya fuera en el dojo con el resto de mis compañeros o a solas en mi casa y nunca entendí porque siempre se aconsejaba practicar en grupo hasta esta semana, cuando mis dudas se desvanecieron por completo al escuchar las enseñanzas que nuestro maestro impartió durante la meditación a cerca de este tema.
Cuando practicamos a solas, sin darnos cuenta construimos una serie de barreras o impedimentos que nos imposibilitan llevar nuestra practica con un cierto rigor. La razón es muy sencilla , al sentarnos ante una pared en zazen, lo primero que encontramos son algunas proyecciones de nuestro yo, aquel que siempre intenta imponer su ley y raramente permite ser re-conducido. A partir de aquí si ponemos toda nuestra atención en nuestra acciones, podremos percatarnos de que muchas de nuestras actitudes durante nuestra práctica son en realidad reflejos de nuestro ego más profundo, el mayor de los arquitectos en cuanto a levantar muros en nuestro camino hacia reencontrarnos con nuestra mente original.
Algunos ejemplos son: el no respetar la quietud de nuestra postura, aferrarnos a nuestros pensamientos desviando el verdadero rumbo de nuestra meditación, adoptando una postura demasiado cómoda para evitar posibles dolores o no respetando los tiempos, acortando los mismos en función de nuestras premisas futuras...

En definitiva todos estos comportamientos y otros muchos más, son producto de esas barreras que surgen cuando queremos meditar por nuestra cuenta, aunque en muchos casos no seamos capaces de advertir este fenómeno por cuenta propia.
En cambio, cuando meditamos con más personas todas estas barreras desaparecen y podemos dejarnos ir más allá de lo que hubiéramos imaginado, alcanzando cotas de concentración muy elevadas.
En otro aspecto, también hemos de tener en cuenta que al finalizar nuestro zazen siempre se suele llevar a cabo una pequeña ceremonia donde se recitan una serie de sutras que hacen de perfecta transición entre nuestra meditación y el regreso a nuestra vida cotidiana. En mi caso, recuerdo que la primera vez que escuche a todos mis compañeros cantando al unísono algo muy bello y profundo despertó en mi interior y dudo que esa fuerza emitida por tantas personas pueda ser comparada a la proyectada por una persona que recita en solitario con el único eco de su silencio.
En mi caso esta semana ha sucedido algo, que me ha ayudado a entender la practica de zazen como una meditación entendida desde la comunidad y no desde la soledad, aunque la auto observación en ocasiones pueda entenderse como una parte individual de la práctica.
Mi mujer decidió adentrarse también dentro de la práctica del Zen y eso si cabe ha reforzado más nuestra relación de pareja, y creo nos ha proporcionado un importante vínculo adicional. Así que tras empezar a meditar juntos en nuestro hogar, me he dado cuenta que mi práctica cambiaba por completo y me era más fácil concentrarme en la postura así como controlar el flujo de mis pensamientos. Efectivamente, esas barreras que antes aparecían cuando meditaba solo, ahora eran casi imperceptibles.
Sinceramente, es muy difícil explicar con palabras todo lo que estoy viviendo, pero si cabe, cada día me  siento más cercano a este nuevo camino que por una vez en la vida, siento tener la necesidad de recorrer...

Gassho!

Sergi G.











domingo, 8 de abril de 2012

HISHIRYO Y MUSHOTOKU






Una de las primeras dificultades que encontramos al iniciarnos en el Zen es sin duda alguna la gestión que hacemos del tránsito de nuestros pensamientos durante zazen, puesto que una vez estamos sentados en la postura correcta y tomamos el control de nuestra respiración, el siguiente paso será dejar que los pensamientos se diluyan lentamente sin aferrarnos a ellos. Para ello, no lucharemos contra su paso por nuestra mente, sólo dejaremos que sigan su curso dejando que desaparezcan de forma natural.
Pero como suele pasar, de la teoría a la práctica hay una larga distancia que no todos los practicantes salvamos de la misma forma y mucho menos en el mismo tiempo.
Otro factor que juega en contra es el dolor que todos encontramos durante nuestra adaptación a la postura de zazen, un dolor que en ocasiones toma un gran protagonismo durante nuestra práctica, desviando parte de nuestra atención y como resultante, dificultando esa óptima gestión de nuestros pensamientos para conseguir liberar nuestra mente de los mismos.
Mi maestro siempre dice que hay que ir más allá del dolor, dejándolo en un segundo término, centrando nuestra atención en la postura y manteniendo el pulso continuo y profundo de nuestra respiración. Esto seguido de una perseverancia en el hábito de la meditación da como fruto un mayor control de nuestra práctica.
En mi caso dedico aproximadamente un mínimo diario de una hora a zazen, en dos periodos de treinta minutos separados por una corta sesión de Kin-hin (meditación en movimiento), y puedo asegurar que cada vez noto más facilidad para conseguir un nivel óptimo de concentración.
Así que como comenté en la entrada anterior, la constancia es sin ninguna duda la mejor compañía para el practicante de Zen.
A continuación cito una información esencial para comprender el sentido de mis palabras en esta entrada.

Gassho

Sergi G.


HISHIRYO

Hishiryo es el inconsciente del Zen. Shiryo es el pensamiento. Fushiryo: "no pensar". Pero hishiryo es el pensamiento absoluto, más allá del pensamiento y del no-pensamiento, más allá de todos los problemas de la conciencia personal.
Es nuestra naturaleza original, o naturaleza de Buda, el inconsciente cósmico. Cuando el mental se vacía y el intelecto esta calmo, nada detiene la corriente de vida profunda, intuitiva, ilimitada, que surge de lo más profundo de nosotros mismos.

La mente contiene todo el cosmos.
La conciencia es más rápida que la velocidad de la luz.

Sentados, sin fin ni objeto de provecho, podemos comprender mushotuko e hishiryo, secretos de la esencia del Zen. Pero la comprensión debe ser otro que la del sentido común o la intelectual. Ella es percepción directa.

MUSHOTOKU

Mushotoku es el no-provecho, el no-deseo, el no-miedo. Es el principio esencial. Dar sin buscar a recibir. Abandonar todo, sin miedo de perder. De la misma forma que el artista debe darse por entero sin ocuparse de alcanzar la gloria, la belleza, la riqueza, para expresarse en una obra bella, pura, autentica, igualmente el discípulo obtendrá la sabiduría sin abandona, toda idea de provecho personal. Si abandonáis todo, obtendréis todo.



"Pensar sin pensar, escribió el Maestro Dogen, como se piensa sin pensar. Debemos pensar desde el fondo del no-pensamiento.
Es la conciencia cósmica, la conciencia hishiryo". Nuestros sentidos y nuestra conciencia personal no pueden aprehenderla, las categorías no la definen, la palabra no la explica. Solo podemos abrazarla por la experiencia vivida.

viernes, 6 de abril de 2012

LA PRÁCTICA DE ZAZEN, EL SECRETO DEL ZEN







"Zazen es difícil, lo sé. Pero practicado cotidianamente es muy efectivo para la ampliación de la conciencia y el desarrollo de la intuición. Zazen no solamente genera una gran energía, también es la postura del despertar. Durante la práctica no hay que intentar lograr lo que sea. "Sin objeto", es unicamente concentración en la postura, la respiración y la actitud del espíritu.
"
Maestro Taisen Deshimaru"

En ocasiones algunas personas me preguntan a cerca del Zen. Sus interrogantes son infinitos y en todo caso siempre perciben el Zen como una técnica de meditación a modo de relajación, haciendo un paralelismo con el Yoga o el Tai-Chi Chuan .
Pero dejando de banda algunos aspectos comunes, la práctica del Zen está impregnada de muchas connotaciones filosóficas que hacen del mismo algo más intenso que una técnica destinada a la meditación con fines terapéuticos. 
Cuando nos sentamos en la postura de zazen, abandonamos todo aquello que nos aferra, con la única finalidad de reencontrarnos con nuestra mente original. No deseamos nada, no buscamos encontrar nada y tampoco pretendemos alcanzar algún estado de conciencia en concreto, sólo nos sentamos centrando nuestra atención en el curso de nuestra respiración y todos los puntos de nuestra postura.
No rechazamos, ni añadimos nada, sólo observamos sin observar y escuchamos sin oir nada en concreto, porque el simple hecho de sentarse en la postura del despertar ya lo representa todo.
Aquí dejo algunos conocidos escritos a cerca de la postura de zazen, que representa sin lugar a dudas el gran tesoro del Zen. Su práctica no debe llevarse a cabo desde la voluntad si no desde el compromiso con el hábito y la perseverancia, pues en si la voluntad ya forma parte del pensamiento que  debemos evitar mientras llevamos a cabo nuestra práctica. 

Sergi G.




LA POSTURA


"Sentados en el medio del zafu (almohadón redondo), se cruzan las piernas en la posición de loto o de medio loto. Si ello no es posible, y se cruzan las piernas simplemente sin colocar el pie en el muslo opuesto, aun así es esencial que las rodillas empujen el piso. La columna vertebral bien derecha, el mentón entrado y la nuca estirada, la nariz en la misma línea vertical que el ombligo, se empuja la tierra con las rodillas y el cielo con la cabeza."



"Se pone la mano izquierda en la mano derecha, las palmas hacia el cielo, los pulgares se tocan, formando una línea derecha. Las manos descansan en los pies, los cantos en contacto con el abdomen. Los hombros están relajados. La punta de la lengua toca el paladar. La vista está puesta aproximadamente a un metro de distancia en el suelo sin mirar nada en particular."




LA RESPIRACIÓN

"La respiración zen no se puede comparar con ninguna otra, es muy antigua, en sánscrito se llamó 'anapanasati', solamente puede surgir de una postura correcta. Antes de todo se trata de establecer un ritmo lento, fuerte y natural, basado en una expiración suave, larga y profunda. El aire se expulsa lentamente y silenciosamente por la nariz, mientras que la presión debido a la expiración, baja con fuerza al vientre. Al final de la expiración, la inspiración se hace naturalmente. Los maestros comparan el aliento zen con el mugir de las vacas o con la expiración de un bebé que grita recién nacido."


LA ACTITUD  DEL ESPÍRITU

Sentados en zazen, dejamos que las imágenes, los pensamientos, las construcciones mentales, que surgen del inconsciente, pasen como nubes por el cielo - sin oponerse ni agarrarse a ellos. Como los reflejos en un espejo, las emanaciones del subconsciente pasan y pasan otra vez y terminan por desvanacerse. Y llegamos al inconsciente profundo, sin pensamiento, más allá de todos los pensamientos (hishiryo), verdadera pureza.
Esa actitud de espíritu surge naturalmente de una concentración profunda en la postura y la respiración, y permite así controlar la actividad mental, resultando una mejora en la circulación cerebral.
En efecto el cortex (sede del pensamiento consciente) descansa durante zazen, mientras que la sangre fluye hacia las capas más profundas del cerebro, las cuales se despiertan de un estado de somnolencia, ya que están mejor irrigadas. Su actividad da la impresión de bienestar, serenidad, calma, liberando totalmente despierto, las ondas cerebrales del sueño profundo 'alpha' y 'theta' (consulte con respeto a ese tema las investigaciones hechas en la universidad de Komazawa en Japón)

(fuente extraída de- http://www.zen-deshimaru.com)


martes, 3 de abril de 2012

UNAS PRIMERAS PALABRAS


El Zen, se desprende de un ancestro legado histórico, que alberga sus orígenes en la experiencia del Buda Shakyamuni, quien realizó el despertar hace dos mil quinientos años.
La palabra Zen significa meditación. Define una de las escuelas budistas que privilegia la práctica de la meditación sentada, conocida con el nombre de "zazen" ( sentarse en Zen).
Esta práctica es la raiz de la milenaria enseñanza de Buda, un mensaje de dimensión universal

Taisen Deshimaru decía:

"La práctica de zazen es el secreto del Zen. Zazen puede parecer dificil. Pero si se practica cotidianamente es muy eficaz para la ampliación de la consciencia y el desarrollo de la intuición. Zazen es la postura del despertar. Mientras se practica no hay que pretender obtener nada, sea lo que sea. Sin meta, zazen es solo concentración en la postura, en la respiración y en la actitud de la mente."


fuente extraida de : (http://www.es.dojozenbarcelona.org)


Con estas frases a modo de introducción, me dispongo a iniciar esta vitácora, en la que intentaré difundir diferentes artículos, escritos, sutras y otros documentos con los que el lector pueda obtener una visión de la auténtica esencia del Zen.
Y digo auténtca esencia del Zen, porqué en los últimos meses he percibido un gran número de fuentes y personas que se autodenominan bajo la palabra del Zen, pero que muy poco tienen que ver con las auténticas enseñanzas, así que he creido conveniente ofrecer una perspectiva más cercana y verídica de esta práctica.
El conocimiento es muy extenso y profundo, pero en todo caso y teniendo en cuenta que la paciencia y la perseverancia son claves fundamentales dentro de Zen, aconsejo leer detenidamente cada una de los artículos publicados aquí y no pretender nada al hacerlo, pues el conocimiento requiere  su tiempo y no siempre estamos preparados para la comprensión absoluta de todo aquello que creemos entender.

Por último comentar que el que escribe estas líneas no es ningún maestro ni mucho menos alguien que tiene grandes conocimientos sobre el Zen, tan solo un simple practicante que después de una profunda búsqueda ha encontrado en el Zen,  aquel camino que siempre estuvo buscando y que ahora por fin puede recorrer en silencio, entendiendo la vida como una manifestación del aquí y el ahora y nuestro cuerpo - espíritu como parte del universo.
Por esta razón prefiero limitarme a difundir los textos y enseñanzas de los verdaderos maestros, que han servido para mantener viva la llama más primaria del auténtico Dharma hasta nuestros días, puesto que en sus palabras está esculpida la esencia original del conocimiento...


Gassho